Cuidarse para Cuidar
El trastorno alimentario afecta a la vida de la persona que lo padece, pero también a la de todos los que tiene a su alrededor. Cuando el diagnóstico aparece en la familia, el foco suele ir dirigido a quien lo padece, nos ponemos manos a la obra para ayudar a nuestro familiar, invirtiendo todas nuestras energías y recursos. Pero en la mayoría de las ocasiones, el proceso es largo y difícil, y comienzan a aparecer en los cuidadores principales sentimientos de estrés, cansancio, angustia y tristeza. La cercanía, confianza en la relación y el tiempo dedicado al cuidado, son factores claves que influirán en la intensidad y duración de estos síntomas.
En ocasiones, nos encontramos con familias que se han quedado muy aisladas, desbordadas por los síntomas, volcadas en el cuidado al familiar, sin momentos de respiro ni fuerzas para continuar en el camino hacia la recuperación.
Por este motivo, si eres cuidador nos gustaría recordarte que para cuidar es necesario cuidarse. Los respiros son beneficiosos para todos. Para ti, cuidador, porque tú también eres importante, y necesitas tiempo para coger fuerza y acompañar con más energía y mejor actitud. Tus sentimientos y sensaciones importan, y son una buena guía interna en el proceso. Es importante compensar las dificultades, buscando espacios y experiencias amortiguadoras, también necesitáis sentiros escuchados y cuidados.
No obstante, si sientes que la tensión es muy alta, que has perdido la calma, la paciencia, y las fuerzas para cuidarte, quizás es un buen momento de buscar ayuda profesional que te ayude a amortiguar la sobrecarga.